Un nuevo aniversario de muerte del autor norteamericano Truman Capote nos hace recordar su aporte al nuevo periodismo y la literatura realista/ de no ficción. Una frontera que transitó con talento y riesgo, en especial en su volumen emblemático A sangre fría. Texto que se inició como un reportaje a un cruel crimen que ocurrió en un sector rural de Estados Unidos en 1959 en el que dos hombres, sin motivos claros, asesinan brutalmente a cuatro miembros de la familia Clutter. El hecho conmovió al poblado en especial porque no hubo robo importante ni ánimos de venganza contra el agricultor próspero. Los culpables fueron detenidos y condenados a cadena perpetua. Capote no se conformó con el reportaje sino que quiso ir más allá. Quiso comprender el móvil profundo de un crimen azaroso y visitó la cárcel de Kansas donde estaban Richard Eugene "Dick" Hickock y Perry Edward Smith.
Lo que podría haber sido la cobertura periodística de un crimen para la revista Time, titulado "Kansas: The Killers", fue transformándose en la investigación del alma humana. Primero entrevistó a la gente del pueblo de Holcomb para conocer cómo el crimen había afectado la plácida vida de los habitantes. Luego, a la policía y familiares de los Clutter. Pero fue más allá de la escena del crimen y consiguió poder entrevistar a los asesinos presos y su texto se fue ampliando a una exploración en archivos policiales y en la biografía de los presos, en especial, en la de Perry Smith, con quien el autor comienza a tener identificaciones y sentimientos contradictorios.
En una segunda instancia fue publicada de forma serializada en New Yorker pero el gran hito fue cuando emerge como novela de no ficción, de 352 páginas, el año 1966. Como todo artista a la vanguardia remeció las definiciones del periodismo y de la literatura, con una pieza inédita, en la que con una voz en tercera persona confluye el reportaje, testimonios corales, informes médicos, crónica roja, transcripciones del juicio, conversaciones cerca de la fecha de la ejecución, en la horca, y la repercusión íntima de los más recónditos detalles del caso. Sin duda tiene la exhaustiva precisión documental, derivada de múltiples fuentes, se suma el impacto subjetivo de la historia y de la relación subjetiva que crea con ellos. Y, claro, con reflexiones encriptadas en imágenes estéticas como “¿Qué es la vida? Es el brillo de una luciérnaga en la noche. Es el hálito de un búfalo en invierno. Es la breve sombra que atraviesa la hierba y se pierde en el ocaso”.
La publicación del libro no estuvo exento de polémicas acerca de la veracidad de la información de los culpables y la tendencia a ficcionalizar la vida de estos por la empatía que despertaron en el mismo Capote. Se dijo que se defendía a los asesinos, que se exageraban conflictos para, de alguna forma, hacerlos queribles y justificar su conducta abominable, pues nunca sienten culpa o arrepentimiento, por ejemplo cuando se dice: “Las cosas no salen siempre como uno quiere, a veces salen al revés”. Hay momentos que pareciera que la propia infancia (con abandono del padre), la inestabilidad emocional y las adicciones de Capote parecen despertar la sintonía con el mundo marginal de Hickock y Smith con aires de idealización o minimización, “Claro que la imaginación siempre puede abrir cualquier puerta, girar la llave y dejar paso al terror”. Todo esto se recogió en dos versiones fílmicas, la más reciente es Capote, del 2005, dirigida por Bennett Miller y protagonizada por Philip Seymour Hoffman en el papel principal.
Más allá de la controversia mencionada, este volumen y parte del trabajo de Capote, en Plegarias atendidas o Música para Camaleones, inauguró un género llamado Nuevo Periodismo con fuerte presencia en el mundo anglosajón que conjuga investigación periodística exhaustiva basada en hechos reales y una comprensión de la historia con técnicas literarias. Pero esta corriente tiene ecos también en Latinoamérica con tales como autores como Rodolfo Walsh (Operación Masacre), Leila Guerreiro (La llamada) y hasta el mismo Gabriel García Márquez en Noticias de un secuestro que se asocia con su Fundación Nuevo Periodismo en la se desafía a ejercer un periodismo que va más allá del reporteo o la mera información para que, sin sacrificar la verdad, se pueda investigar, descifrar y explicar la realidad con rigor y creatividad. Frente a una contingencia con el peligro de las fake news, que importante regresar a una escritura y una periodismo narrativo exhaustivo, ético y sensible.