Horacio Salinas toma la batuta de la Orquesta Clásica

Luego de su primera presentación en un Aula Magna repleta, el ex estudiante de la U. de Santiago se pone nuevamente al frente de 33 músicos del elenco clásico de nuestro plantel este miércoles 3 de abril para musicalizar la proyección de “El húsar de la muerte”, una de las primeras películas mudas chilenas, de 1925. Aquí, el creador de la partitura cuenta detalles del concierto, y repasa su estrecho y duradero vínculo con nuestra casa de estudios.

Corría 1967 y un joven de 16 años se paseaba por los patios de la Universidad Técnica del Estado (UTE) como un alumno más. Aunque estaba en su último año de colegio, Horacio Salinas (1951) pasaba la mayor parte del tiempo estudiando música y con sus nuevos amigos, todos universitarios, con los que formaría ese año Inti-Illimani, la banda que con el tiempo se transformaría en una de las más internacionales de Chile. Al año siguiente, Salinas se matriculó en la UTE en la carrera de Ingeniería Química. Sólo duró dos años.
“En mi examen final, el profesor de matemática me llamó y me dijo: ‘¿Usted qué está haciendo acá? Váyase a estudiar música al conservatorio’. Y así lo hice, al año siguiente entré a la carrera de Composición Musical en la Universidad de Chile”, cuenta Salinas.  Con los años sería considerado en uno de los compositores más destacados de la música contemporánea chilena. En 2001, por desavenencias personales, dejó Inti-Illimani, donde era el principal compositor con más de 80 piezas de su autoría y en 2004 formaría Inti-Illimani Histórico, que lidera hasta hoy.

Luego de ofrecer un primer concierto en un Aula Magna repleta el pasado 27 de marzo, el compositor y presidente de la Sociedad Chilena de Autores e Intérpretes Musicales (SCD) retorna a los patios de la EAO este miércoles 3 de abril para ponerse al frente de la Orquesta Clásica de la Usach, cumpliendo con dos conciertos donde dirige la musicalización en vivo de la película “El húsar de la muerte” (1925), dirigida por Pedro Sienna, una de las pocas cintas chilenas mudas que se conservan en perfectas condiciones. Se trata de una partitura propia que Salinas compuso en 1996 por encargo del Ministerio de Educación y que sólo ha dirigido tres veces antes. La última vez hace siete años. “En esa ocasión toqué con 14 músicos de la Orquesta Nacional Juvenil, pero ahora es un desafío mayor. Es un honor por primera vez dirigir a tantos músicos”, confiesa.
-¿Qué tendrá de especial para tí este concierto?
-Siempre es magnífico para el público poder apreciar una cinta que es patrimonial y que muestra la artesanía de nuestra industria con un filme hecho 100 años atrás y también entender el rol que tiene la música en el cine. Tengo muchas expectativas. Lo más novedoso es que amplié la partitura de 1996, la hice más polifónica al agregar algunos instrumentos a la orquesta, como un oboe, un fagot, una trompeta y también robustecí la presencia de los arcos. Antes habían largos espacios de silencio, porque quería ser respetuoso con el sentido mudo de la película, pero decidí llenarla de música. Realmente desde que se enciende la proyección hasta el último cuadro, el público podrá oír la música. Muchos amigos músicos me han comentado que la Orquesta está pasando por un muy buen momento y eso es una alegría para la música y para la propia Universidad.
Espíritu Usach
Tras el golpe de Estado de 1973, Salinas junto a la primera formación de Inti-Illimani se exilió en Italia, donde el músico permaneció 15 años y la banda ganó visibilidad internacional con numerosas giras. En el extranjero, el compositor comenzó a trabajar en bandas sonoras de películas como “Avskedet” (1984) -filme sueco finlandés dirigido por Tuija-Maija Niskanen, discípula de Ingmar Bergman- y “La Colonia” (1985) del chileno exiliado en Alemania Orlando Lübbert, cinta que fue filmada entre Hamburgo y Madrid. Tras su regreso a Chile, en 1991, con “El húsar de la Muerte” Salinas volvió a las colaboraciones con el cine. Luego vendrían películas como “El fotógrafo” (2002) de Sebastián Alarcón y “Subterra” (2003) de Marcelo Ferrari.
-¿Cómo fue en su origen musicalizar El húsar de la muerte?
-No tenía idea de la existencia de esta película hasta 1996 y cuando la vi me pareció sorprendente. Hacer la música fue un goce grande. Es una epopeya trágica la de Manuel Rodríguez, que de alguna forma se repite en la historia de la Humanidad. Tiene algo de la historia de Cristo y del Che Guevara, una ilusión de redención que finalmente sucumbe. “El húsar de la muerte” es una película que está muy bien resuelta en su dramaturgia, cómo va conduciendo los altibajos emocionales de la historia. En ese sentido fue muy simple para mí comentarla musicalmente.
-¿Qué significado tiene para usted hoy la Usach, tomando en cuenta el pasado histórico que lo vincula a ella?
-Fines de los 60 era una época de ensoñación, de utopías y la universidad era un hervidero de energía y nuevas ideas. A diferencia de otras universidades, la UTE tenía un Departamento de Extensión Cultural (hoy Vicerrectoría de Vinculación con el Medio), que contrató a varios artistas, entre ellos, Isabel Parra, Víctor Jara y a nosotros, con Inti-Illimani. Teníamos un sueldo modesto, equivalente a unas $ 150 mil de hoy, pero eso nos abrió a la idea de dedicarnos a esto profesionalmente. Recorríamos las múltiples sedes a nivel nacional que tenía la universidad en Antofagasta, Valdivia, etc. Íbamos a cantar a poblaciones populares, a tomas de terreno. Era un ritmo intenso que de alguna manera sacó a la universidad de los muros de la academia y la conectó con la gente. La universidad iba a la vanguardia de la reforma universitaria de la mano del rector Enrique Kirberg.

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