El legado humano y científico de Eduardo Lissi

El legado del profesor Eduardo Lissi trasciende las murallas de la Universidad de Santiago. Las numerosas colaboraciones, reconocimientos y aportes como académico e investigador lo llevaron a ser considerado uno de los científicos de mayor relevancia en el ámbito de la química que tuvo la Facultad de Química y Biología.

La historia de la Facultad de Química y Biología y de la investigación en la Universidad de Santiago no se podría entender sin el aporte que tuvo el profesor Eduardo Lissi. Sus lecciones, vigentes hasta el día de hoy, hablan del amor por la ciencia y la pasión por la colaboración más que por la competencia.

“La ciencia en la universidad podrá desarrollarse en la capacidad que tengan los profesores para participar en grupos multidisciplinarios, ya que la complejidad de los problemas es cada vez mayor”, indicaba hace doce años en una entrevista en donde además expresaba “un profundo amor por la investigación y la docencia de pregrado y postgrado”.

El interés del profesor Lissi por la formación dejó como legado más de cinco generaciones de científicos. Su impacto, más allá de los artículos y citas, es incalculable y trasciende generaciones, y abarca, sin duda, su dimensión humana. 

“Es una persona única, con una conducta caritativa y ética”, contaba desde Brasil el investigador Etelvino Bechara, profesor del Instituto de Química de la Universidad de Sao Paulo, quien además afirmaba haber sido “una fuente de inspiración para muchos fotoquímicos brasileños”.

Fue un ejemplo para nuevas generaciones de estudiantes, reflejando la excelencia de su trabajo como académico, investigador y mentor. Esto le valió ser reconocido como uno de los miembros más ilustres de la Universidad, un honor que subraya su prestigio, méritos y contribuciones al conocimiento superior.

“Para mí fue un verdadero privilegio haber compartido tantos años de trabajo con el profesor Lissi. Fue una de las mejores experiencias de mi carrera científica”, señala Camilo López, profesor titular de la Facultad de Química y de Farmacia de la Pontificia Universidad Católica de Chile. “A pesar del término de mi proyecto postdoctoral, continuamos trabajando estrechamente hasta su retiro. En todos los años que trabajamos juntos fue un ejemplo de genialidad, rectitud y humildad. Al mismo tiempo, fui testigo de cómo su impronta se instauró en muchos estudiantes y colegas de diferentes universidades nacionales y extranjeras, lo que muestra que su legado perdurará por años en las nuevas generaciones de científicos y profesionales”, agregó.

Su aporte UTE-Usach

Nacido en Buenos Aires en 1936, Eduardo Lissi Gervasso realizó sus estudios secundarios en el Colegio Nicolás Avellaneda y luego en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, donde alcanzó el título de Licenciado en Química en 1959. En 1963, obtuvo su doctorado en la Universidad de Gales bajo la tutoría del profesor Trotman-Dickenson.

Tras "La noche de los bastones largos" en Argentina en 1966, el Dr. Lissi emigró a Chile junto con otros 18 investigadores. En 1967, se incorporó a la Universidad Técnica del Estado (UTE) junto a destacados académicos como Elsa Abuin, Betty Matsuhiro, Alberto Zanlungo y Juan Costamagna, todos esenciales en el fortalecimiento de la investigación y la mentoría de nuevas generaciones.

“Toda una vida dedicada a la investigación, a la docencia y, quizá lo que es más importante, a la formación de discípulos que destacaron y destacan en el campo de físico-química en diversos centros universitarios en Estados Unidos, Canadá, Brasil, Alemania y otros países”, comenta el Dr. Juan Costamagna. “Su fallecimiento nos deja sin un ser excepcional en su disciplina, que sembró las semillas de sus enseñanzas en muchos de sus brillantes alumnos”, expresó.

Desde su Laboratorio de Cinética y Fotoquímica, el profesor Lissi publicó más de 500 trabajos en revistas científicas de alto impacto. Aunque reconocía que no había un solo artículo del que se sintiera particularmente orgulloso, su prolífica obra incluyó la autoría de tres libros y más de 20 capítulos. Además, dirigió numerosas tesis de doctorado, magíster y pregrado.

Fue miembro de varias academias de prestigio, incluyendo la Academia Chilena de Ciencias, la Academia de Ciencias de Argentina, la Academia Latinoamericana de Ciencias, y la Academia Brasileña de Ciencias, entre otras. También fue Fellow de la Oxygen Society y profesor invitado en universidades de América y Europa, además de Profesor Distinguido de la Universidad de La Habana.

En 2017, la Universidad de Santiago de Chile lo honró con el título de Profesor Emérito, destacando su sobresaliente carrera. Durante el 168º aniversario de la institución, fue reconocido por sus cincuenta años de servicio. Además, recibió la Cátedra Presidencial en Ciencias, un galardón del Estado de Chile que apoya la labor de investigadores destacados en ciencias naturales y exactas, y fue considerado uno de los científicos más productivos del país.

Un último reconocimiento a su invaluable aporte fue entregado durante la XVI Conferencia Latinoamericana de Fisicoquímica-Orgánica, realizada en noviembre en Florianópolis, Brasil. Su fallecimiento, ocurrido al inicio de la conferencia, hizo que el homenaje previamente planificado cobrara un significado aún más especial para la comunidad científica presente. 

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