Oriunda de La Pintana, la titulada de la carrera de Contadora Pública y Auditoría, de la Facultad de Administración y Economía, Crishtal Ríos, conoció desde pequeña lo que es transitar extensos recorridos. Tras egresar de la enseñanza media con un título técnico que la habilitaba como contadora, la montañista ingresó a la Universidad de Santiago por consejo de sus jefes. Sería el inicio de una meteórica carrera que franqueó los números y las finanzas, pero también el esfuerzo de complementar trabajo y estudios, donde debía enfrentar extensos viajes entre su hogar, la oficina en Las Condes y la Universidad.
Tras años de empeño, un inusitado paseo de trabajo cambió su trayectoria hasta hacerla replantear su futuro. Hoy, busca llegar a la cima más alta del mundo y con ello ganar experiencia para que otras/os también lo logren.
— Egresaste del colegio a los 17 años, ¿cómo fue tu transición desde la escuela al mundo laboral?
-La decisión de salir a trabajar al terminar mi enseñanza media fue porque, en primer lugar, no tenía cómo pagar mis estudios. Empecé a buscar fórmulas, pero no tenía a nadie que pudiese ser mi aval y no tenía más opciones. Ahí postulé a una empresa outsourcing. Obviamente tenía un poco de miedo porque estaba con pura gente con experiencia, pero me fue súper bien, aprendí mucho y fui muy trabajólica. Mis amigos me decían “oye, salgamos a carretear” o cosas así, y yo no iba porque siempre estaba enfocada en esto. “Fue en esta empresa donde los gerentes me recomendaron la Usach”.
— Entiendo que fue en esta empresa donde conociste mucho más la naturaleza también. ¿Cómo fue aquello?
-Empezó en una actividad de team building. Me sentí conectada, necesitaba hacer algo que me llenara mucho más que solo trabajar y estudiar. Siempre tuve harta responsabilidad familiar también, porque somos cinco hermanos, y cuando empecé a tener tiempo para mí descubrí un mundo nuevo. Me sentía demasiado bien entrenando, además que siempre hice deporte desde chica, pero sentí una conexión especial con la montaña y comencé a hacer trekking. Ahí fue cuando decidí estudiar montañismo en paralelo. Era súper loco porque toda la semana era estudiar y trabajar, el sábado tenía clases muy temprano y el domingo me iba a la montaña. En las vacaciones también, todo era la montaña. Nunca iba a la playa o algo similar, pero era lo que me hacía realmente descansar.
— ¿Cuándo fue que empiezas a tener la idea de llegar a nuevos límites en el montañismo?
-Leía mucho y tenía ganas de visitar lugares en el extranjero, como los Himalayas. Me conectaba mucho con lo que había leído, la cultura, y fue alrededor de 2019 cuando tomé la decisión de ir y subir mis primeros ochomil (metros sobre el nivel del mar, o ‘msnm’). A partir de ahí comencé a entrenar en el norte (de Chile) para prepararme. Cuando vi que estaba teniendo éxito en los seismil (msnm), dije ‘esto me encanta’ y empecé a progresar”.
— ¿Cómo te preparas para un viaje tan desafiante como a los Himalayas?
“He estado en cuatro expediciones por allá. La primera vez que fui me lancé a la vida. Cuesta mucho encontrar un partner para ir, más que nada porque las expediciones pueden durar quince días, un mes o dos meses y además son caras. Ahora tengo muchos amigos extranjeros que hacen montaña y en cada expedición uno va encontrando gente conocida, eso también facilita mucho las cosas. Actualmente estoy trabajando en los Himalayas como guía de expedición, donde acompaño a las personas al campo base del Everest, que es un trekking, no la cumbre, entonces eso también me ha acercado bastante al país, pero tenía miedo de llegar a un lugar nuevo donde hablan nepalí. Además no manejaba tanto el inglés, ¡tenía más miedo del idioma que de la montaña!, pero llegando allá me di cuenta que me entendían sin problemas.
— Fue en una de estas expediciones donde tuviste un empuje adicional para lograr la cumbre, ¿qué pasó allí?
“Cuando me propuse hacer mi primer ochomil (msnm) elegí el Manaslu. Es una montaña de más fácil acceso y un poco menos técnica que otras de la misma altitud. Mientras entrenaba para esta expedición mi hermana estuvo a punto de morir. Estuvimos tan mal con mi familia en ese tiempo que realmente yo no iba a ir a ese viaje. Finalmente mi familia me dijo ‘anda, dale, no eres médica así que no puedes hacer mucho acá’, y así lo hice. Ahí se me ocurrió la idea de llevar una bandera característica nepalí, de color amarillo, donde escribí un mensaje motivacional para que ella lo viera en la cumbre y pudiera continuar luchando por su vida. Creo que esa fue la máxima fuente de energía que tuve para hacer la cumbre. Cuando volví, me agradeció mucho y como aún tiene que visitar el hospital por un tiempo, siempre va con su bandera en la cartera. Tuvo un impacto grande en ella”.
— Ahora viene tu próximo desafío: llegar a la cumbre del Everest. ¿Cómo te has preparado para esto?
“Todas las veces que he llegado al campo base veo la cumbre. Es una montaña hermosa y por eso el 2019 empecé a crear el plan para llegar ahí. Cuando subí el Manaslu, que es de 8.163 msnm, fue parte de mi entrenamiento para el Everest, que tiene 8.848 msnm. Esa vez hubo heridos, muertos, y aprendí mucho de todo esto. Después de vivir aquello me sentí mucho más preparada. Cuando regresé a Chile seguí con mi preparación totalmente enfocada en el Everest”.
— Y en todo este largo recorrido, ¿qué crees que te entregó la Universidad?
“Creo que le debo todo, porque gracias a las herramientas que adquirí en la Usach es que pude sobrevivir con mi experiencia en un mundo laboral que es súper competitivo, y donde el trabajo en contabilidad es muy estresante. Era un esfuerzo súper grande, porque dormía poco y los trabajos nunca te entregan una flexibilidad tan grande para trabajar y estudiar, aunque te digan que si al principio. A los profesores también les debo mucho. Todo lo que tengo fue gracias a la Universidad”.
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Tras una vida de esfuerzo dedicada a los números y con una sólida carrera en su área, Crishtal intentará llegar a la cima de la montaña más alta del mundo. Haciendo una analogía entre su profesión y el deporte, asegura que la Universidad de Santiago le entregó las herramientas para enfrentarse a un mundo laboral que es sumamente competitivo y estresante.
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