En el mes de enero un equipo de investigación de nuestro Plantel liderado por la Dra. Lucía Dammert, académica de la Facultad de Humanidades, dio a conocer los resultados de un estudio sobre el estado del comercio ambulante bajo el periodo de estallido social.
Ahora en pleno desarrollo de crisis sanitaria por Coronavirus y con la dificultad obvia de levantar información en terreno, la investigadora entregó su visión sobre la actualidad de este fenómeno en las calles.
Dra. Dammert, el estudio sobre comercio ambulante en época de estallido social señaló que éste se justificaba como un “mecanismo de sobrevivencia”. Ante la crisis sanitaria que hoy vivimos, ¿qué se mantiene de ese proceso y qué observa que ha cambiado?
-Una de las cosas que debo reconocer es que en este estado de cuarentena ha sido muy difícil salir a hacer relevamiento en terreno. Todo lo que estamos proyectando reside en el análisis que hemos hecho hablando con especialistas y con gente que está en los territorios.
En este sentido, efectivamente con la crisis social que viene de la mano con la situación de pandemia, lo que vamos a ver es un incremento del comercio informal, un probable aumento post-pandemia de ferias -no necesariamente legales-, un aumento del fenómeno de los coleros y eso puede traer una serie de problemas de administración, gestión, incluso violencia al interior. Ese es uno de los fenómenos que vale la pena comenzar a observar.
El estudio de enero mostró que el comercio ambulante creció debido a la baja fiscalización por el estallido social. Hoy, si bien hay restricciones de movilización y desplazamiento sigue observándose en las calles. En este sentido ¿existe mayor fiscalización hacia este tipo de comercio o es solo la cuarentena la que los mantiene al margen y son los ambulantes lo que deben quebrar la norma para seguir utilizando el espacio público?
-Si bien hoy existe una mayor fiscalización de Carabineros, también hay que decir que este tipo de fiscalización de las ventas callejeras es muy compleja, porque hay un movimiento, una mudanza, un traslado permanente de los vendedores. Ellos se concentran donde hay gente y por supuesto llegan las Fuerzas de Orden y deben desplazarse para otras zonas, esto genera que Carabineros en general tienda a tener operativos más específicos y después “dejar ser”. Ante este periodo de pandemia, lo que sí creo que puede pasar es un incremento de las investigaciones policiales que traten de vincular de forma más organizada este tipo de venta, entonces ya no solo será ir detrás del que corre vendiendo carteras o chocolates, sino que mirar donde están los centros de distribución de estos productos.
¿Qué factores exclusivos se podrían observar por el alza del comercio ambulante en época de pandemia?
En época de pandemia y postpandemia se espera que aumente considerablemente el comercio ambulante, esto producto de que mucha gente está quedando desempleada y que ven como única solución de conseguir financiamiento el salir a vender a la calle. Segundo, porque hay centros de distribución que pueden estar cediendo productos a estos vendedores en las calles, en vez de entregando a las tiendas más formales. Tercero, porque es una forma rápida, sencilla y “no engorrosa” de generar un tipo de ingreso. Cuarto, porque producto de esta crisis, mucha gente va preferir comprar un poco más “barato” y esa oferta la encontrará en la calle.
¿Qué soluciones se podrían recoger para intentar ayudar a estas personas que viven del comercio en la vía pública?
Creo que efectivamente debemos hacernos cargo que la crisis económica viene y se va a instalar por un tiempo muy largo. Una de las soluciones para muchos que quedarán sin empleo y que perderán niveles de ingreso va ser el comercio ambulante. En este sentido, creo que la peor solución es criminalizar esta situación, más bien hay que reconocerlo como una consecuencia de un fenómeno bien particular y buscar mecanismos de prevención para estos escenarios.
Una cosa es el comercio ambulante que no requiere un permiso sanitario y otra es un comercio ambulante de comida, por ejemplo, en donde podrían detectarse focos de transmisión de todo tipo de enfermedades – no solamente Coronavirus-. Uno de los mecanismos o políticas que deberían buscar las alcaldías y el Gobierno es como potenciar las asociaciones, cooperativas y los mecanismos de intercambio. Me parece imposible pensar que la ciudadanía vaya a estar sentada en su casa esperando un trabajo formal, si es que la crisis económica es del nivel del que se está hablando, sobre todo si no hay capacidad del Estado para proteger a los trabajadores que se van a quedar sin empleo. Creo que lo hay que hacer es buscar mecanismos para generar espacios de colaboración y no de competencia, porque se hace muy difícil pensar en una economía sin comercio informal, dado que los estudios demuestran que habrían casi tres millones de personas que efectivamente antes de la pandemia estaban en ese tipo de mercado.
Hace un tiempo se viene hablando de la “amenaza” del comercio ambulante por internet y la posibilidad de normalizarlo. ¿Cuál es su opinión pensando que es un mercado atractivo para quien ha quedado desempleado en esta pandemia?
-La venta por Internet tiene un factor generacional y puede que a muchos les sorprenda, pero hay un mundo juvenil que hace mucho tiempo está comprando e intercambiando productos a través de esta herramienta. Esto es lo que viene y luchar contra este tipo de desarrollo es imposible. Me da la impresión que efectivamente la pandemia ha aumentado este mercado y se nota por ejemplo, en el crecida de casi 900% de la venta de alcohol por Internet. Entonces la pregunta que nos hacemos es ¿hasta qué punto uno puede hacer que estas ventas cumplan con los registros sanitarios, paguen impuestos y más? creo que este es uno de los mayores desafíos y para ello se necesitan herramientas de big data; se requiere de un Estado mucho más sólido en términos de captación de información, pero es imposible pensar que esto se va poder hacer al 100%. Hoy día muchos jóvenes están en Instagram y desde ahí y otras redes sociales logran vender y comprar por lo que hay que ajustarse a los cambios que nos presentan los nuevos tiempos.