La obra Gabriela Mistral: La revolución mestiza de la tierra, se presentará este jueves 1°de agosto en el Salón de Honor de nuestra Universidad. El Dr. Maximiliano Salinas trabajó con arduo entusiasmo para comprender la vida y obra de la Premio Nobel de Literatura 1945, así exhibir un nuevo enfoque que comprende a la poeta como una mujer rebelde, vital, con un alto compromiso por el desarrollo de la conciencia de lo humano y de la realidad, fundada en la experiencia telúrica de su natal Valle de Elqui.
Esta entrega tuvo el apoyo del Director de la Editorial Usach, Manuel Arrieta Sanhueza, quien proyecta impulsar y potenciar la presencia femenina en estas biografías, siendo indispensable la figura de Gabriela Mistral.
-Profesor Salinas ¿Qué es lo que más destacaría de esta obra?
-Lo que más me interesó fue el hecho de resaltar y destacar a las personas más cercanas a la Mistral, saber qué pensaban de ella fue extraordinario porque pude mostrarla con toda su vitalidad. Ciro Alegría, el escritor peruano de novelas indigenistas con el que fueron grandes amigos y del que tiene expresiones muy bellas, también el gran intelectual mexicano Alfonso Reyes, Germán Arciniegas de Colombia o el caso de la fundadora de la Revista Sur, la escritora argentina Victoria Ocampo, intelectuales que con ella se sintieron en sintonía, en igual pasión por América.
-¿A qué se debe el subtítulo del libro “La revolución mestiza de la tierra”?
-Hacer una biografía de Gabriela Mistral en un formato tan escueto es todo un desafío. El punto de inflexión de este libro fue el generar una nueva interpretación de su figura. La idea no fue contar los hechos más conocidos, lo importante fue darle una perspectiva particular. El subtítulo “La revolución mestiza de la Tierra” es acorde a la mirada que he podido tener de ella a través de diferentes investigaciones que he realizado desde hace un tiempo.
-¿En qué sentido, profesor?
-La Tierra, así con mayúscula, para la poeta fue un eje eminente, como ella decía “La tierra es el sostén de todas las cosas”. Su conciencia de lo humano y de la realidad está fundada en la experiencia telúrica, la tierra es el fundamento de todo, de lo visible y de lo invisible, eso lo vive desde su propia infancia. El Valle de Elqui es el arraigo más potente, de hecho ella andará buscando el Valle de Elqui a lo largo de toda su vida, buscando esa infancia tan espléndida con la naturaleza, lo va tener como una añoranza y una utopía.
-¿En qué otra etapa podemos ver la tierra como eje fundamental en la vida de Gabriela Mistral?
-Ella cuando va a México y participa en las consecuencias de la Revolución Mexicana, “Tierra y Libertad” es el lema de la revolución, entonces ahí nuevamente la tierra, con ese antecedente que ella tenía con su propia vivencia campesina, se transforma también en una demanda política, económica, espiritual.
-¿Cómo pudo enfocar la identidad mestiza en Gabriela Mistral?
-Esta es otra de las grandes apuestas de la Mistral, el no creernos blancos, no pintarnos de blanco como un sueño colonial que tenemos todos los colonizados. Diría que lo indígena para ella es muy fuerte. En su época es la posición contra la ideología hispanizante, la Guerra Civil Española, el triunfo del fascismo-franquista va a instalar toda una ideología en Iberoamérica, donde lo fundamental era ser español o descendiente de españoles y castellanos, entonces Gabriela quiere desnudar toda esa visión tan artificiosa y dar reconocimiento a la identidad mestiza. El hecho de partir desde la tierra, de sentirse mestiza hace que al final esto exija una conducta social y política que en conclusión es revolucionaria.
-La dictadura cívico-militar se centró en la imagen materna, en la década del 90’ el morbo de su lesbianismo y en el siglo XXI la instalación del discurso más intelectual y político. En este sentido, ¿cómo fue trabajar con un personaje que tiene tantas interpretaciones a lo largo de la historia?
-Realmente a ella se le puede leer de muchas maneras y esta es una apuesta de interpretación. Como dices tú, se le ha infantilizado como autora de rondas -que a todo esto las rondas son maravillosas-, pero que lamentablemente se puede transformar en algo superficial. O también el tema lésbico, que es una realidad pero que para ella no constituyó una demanda. Entonces, en el momento actual la vemos en su dimensión más política o no sé si más política, me quedan cortas las palabras. Es una mujer que sigue creciendo en su valor, por lo que cada vez hay más posibilidades de enriquecerse con su mirada, con su vida, con su ejemplo.
-¿El libro aborda su relación con el mundo intelectual, su relación con Unamuno, por ejemplo?
-Claro que sí. Con Unamuno tuvo una relación medio conflictiva porque él era de un racismo increíble, no le interesaba el tema indígena, entonces la Gabriela, que tenía esa fuerza indigenista, no podía soportar que don Miguel tuviera esa visión y probablemente se lo decía en su cara, como a tantos otros personajes. Ella es capaz de decir lo que piensa a quien sea, se lo escribe y se lo manifiesta personalmente por carta. También está su relación con el historiador chileno Jaime Eyzaguirre, un intelectual conservador, católico, al que la Gabriela le reprocha el definirse católico y fascista, advirtiendo esa mescolanza que vaya a ver qué influencias tuvo después. Me gustó trabajar ese epistolario porque no ha sido mayormente considerado.
-¿Qué espera de este libro?
-Yo esperaría que el mayor fruto de este pequeño libro fuera una apertura a una Gabriela vital y revolucionaria. Tomo la palabra revolución no de manera arbitraria, sino que como lo dijo siempre el pintor surrealista Roberto Matta, que se volvió loco cuando la conoció en Portugal en los años 30 cuando él era un joven que estaba saliendo de Chile: “Esta es una mujer revolucionaria”, en cierta forma diría que Gabriela Mistral es la imagen telúrica de la mujer revolucionaria, que enseña a todos a vivir, a convivir en una Tierra común.
-¿Qué importancia tiene para usted el hecho que un profesor de la academia escriba un libro con lenguaje coloquial y para un público masivo?
-Lo mejor. En la academia estamos tan circunscritos a un medio pequeño, poco aireado, que entonces la posibilidad que me dio la Editorial de la Universidad de Santiago es muy estimulante para uno como historiador porque es la posibilidad de dialogar con los otros. Ojalá se logre este objetivo a través de esta obra.